domingo, 8 de noviembre de 2015

Domingo. Descanso o utopía.

Son las 10 de la noche de este domingo que se me ha hecho eterno. Estoy sentada en el comedor de mi casa, porque es el único lugar donde tengo el suficiente espacio como para poner todos los recursos que necesito para realizar mi planificación semanal. 

Me desperté alrededor de las 7:30am, directo a la cocina a preparar desayuno para mí y mi esposo. Lavé algunos platos de la noche anterior, puse a lavar algunas prendas sucias que sobraron también del sábado. Piqué un pollo, barrí la casa. Recogí ropa. Hice almuerzo, comimos. 

Me senté en la computadora a bajar unos programas que necesito para grabar video tutoriales (también para el colegio), me bañé. Me recosté un rato y alrededor de las 6pm me dispuse a realizar mi trabajo.
Sobre la mesa hay una computadora, dos carpetas, libros, ensayos por corregir, mi cartuchera. 

Para un docente no es fácil tener fines de semana libres. Hay demasiado por hacer. Planificar, evaluar, estudiar, preparar, pensar, ver, leer... 

Trabajar de 7:30 a 5:15 p.m., tres días a la semana no te deja muchos espacios abiertos para realizar diligencias personales, tareas domésticas y mucho menos de esparcimiento. 

Los jueves, que trabajo hasta las 12:30, los aprovecho para dormir un rato y hacer labores del hogar. 

Los viernes, llego a almorzar y a las 3, de nuevo al colegio a trabajar con el grupo de teatro. Llego alrededor de las 5 y mi cuerpo ya no resiste. Los sábados son dedicados por completo a mi hogar, a limpiar, organizar, lavar. 

Es por esto que se hace necesario que se respeten los espacios que por derecho el docente tiene para realizar la planificación dentro del horario de trabajo. A la semana son solo dos, pero que necesitamos con urgencia, no sólo para aliviar un poco la pesada carga que tenemos, sino para poder compartir con nuestros compañeros experiencias y estrategias que utilizamos y han sido exitosas o por el contrario han fallado. 

Necesitamos aclarar dudas, expresar ideas, discutir comportamientos, unificar criterios. Los círculos de acción docente, que pueden realizarse una vez al mes, tomando toda una mañana (sumando esas dos horas semanales), son la herramienta perfecta y necesaria para nuestro desarrollo profesional sano. Quiero creer que, como el ser humano que soy, tengo derecho a disfrutar un poco de mi tiempo libre, que mi vida no puede girar solo en torno a mi trabajo y estudiantes, que si bien me debo a ellos, también me debo a mí misma. Y sobre todo, me debo el descanso precisamente para poder ser la mejor versión docente que puedo ser. 

Ya no quiero domingos de utopía. Quiero domingos de verdad.

¿Y tú? ¿Cómo manejas el horario de tareas de trabajo y personales? 

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