sábado, 31 de octubre de 2015

Tecnología y Educación


En la actualidad el uso de tecnología en el aula es un recurso cada vez más utilizado. La cantidad de información que se encuentra a solo un click, el contenido educativo, la plataforma para expresar y dejar constancia de tu trabajo lo hace llamativo e interesante. Pero el uso de la tecnología requiere de un balance en el que debemos aprender a usarla como herramienta para facilitar y hacer verdaderamente significativo el aprendizaje, y no como el fin. Es decir, no solo usarla porque esta de moda sino tener en claro el objetivo que se persigue alcanzar a través de ella. Y al respecto recomiendo leer este artículo.

También es importante establecer una base teórica que nos permita dar credibilidad a esta tendencia y he encontrado un artículo muy interesante, sobre el internet y el aprendizaje sociocultural de Vygotsky, que creo realiza la función.

He utilizado algunas estrategias tecnológicas dentro de mis clases, tratando de aprovechar ese entorno digital que es tan natural para mis estudiantes, y siendo yo misma una fanática empedernida de las redes sociales, y en general, del uso del internet. Sin embargo, realizando investigaciones sobre el tema, he descubierto un universo de posibilidades infinitas para su uso en el aula, y en el desarrollo de contenidos de una manera diferente e innovadora, aquí.

Personalmente, comencé por abrir un grupo en Facebook, para cada uno de los grados con los que estaba trabajando. En este grupo compartía información, videos tutoriales, imágenes y páginas relacionadas con los temas que estábamos viendo. Cuando no podía terminar alguna idea o presentación en el aula, debido al factor tiempo, simplemente grababa una explicación breve y la publicaba. En la sección de comentarios los estudiantes podían dejar sus impresiones, argumentos, opiniones y dudas sobre el mismo. Incluso, también compartían información que consideraban interesante discutir.

Otra manera en la que he incluido la tecnología en la escuela, es a través del uso de videos caseros realizados por los estudiantes, acerca de un tema específico trabajado en el aula. Desde discusiones y entrevistas sobre geografía, hasta la preparación de una receta totalmente en inglés.

El celular, que es ahora un nuevo apéndice del cuerpo humano, no podía ser ignorado. La nueva tendencia es tomar fotos a todo, sobre todo a ellos mismos, y esa selfitis aguda que encontramos navegando en la red lo comprueba. Así que para mi clase de inglés, pedí que realizaran tomas de diferentes situaciones que se vivían en los pasillos del colegio a la hora del receso. Cuando cada grupo tenía sus tomas listas, se paraba frente al resto de la clase y las explicaba usando la estructura gramatical que estaba siendo estudiada y su respectivo vocabulario. Por ejemplo, tiempos continuos y verbos acciones. 

Otra manera en la que pude echar mano de los recursos digitales y tecnológicos, fue a través de la creación de un grupo de poesía en el whatsapp, no solo jóvenes de mi colegio, sino de otras instituciones, trabajaron en la creación de poemas inéditos, basados en temas propuestos por mi o por otros integrantes del grupo. Este nos sirvió para intercambiar tips de escritura, gramática y ortografía, ampliar el vocabulario, y en general tener retroalimentación sobre nuestros trabajos poéticos. También he compartido el trabajo de mis estudiantes, con otros compañeros de colegio y sus representantes, a través de fotografías y mini videos, en mi perfil personal de Facebook y Twitter

Este trabajo, que a primeras luces parece bastante simple, e incluso, para algunos un sinsentido, me permitió ver facetas de mis estudiantes que no conocía. Aquellos que eran muy tímidos como para participar, terminaron realizando maravillosas intervenciones en sus videos caseros, ya que no tenían una audiencia presencial por la que, tal vez, se sentían juzgados. Hubo una grata colaboración Padres-Estudiantes, en la elaboración del video en el que debían explicar una receta, que fue disfrutada por ambos. Los dotes de edición digital que algunos descubrieron. También hubo trabajo en equipo, ya que algunos estudiantes no contaban con los aparatos electrónicos o conexión a la red necesarios para cumplir con la actividad, así que, los hicieron en colaboración con otros compañeros que prestaron su asistencia. Hubo una explosión de creatividad, ideas, responsabilidad y colaboración, de los que me siento muy orgullosa.

Pero las redes sociales y el uso de la plataforma digital, no solo sirven para compartir el trabajo de tus estudiantes, sino para organizar contenidos educativos que son importantes para ti. Pinterest ofrece una ingeniosa manera de llevar tableros, sobre temas específicos, en los que puedes colgar información relevante que encuentras por la red. Otra manera de organizar tus contenidos es usando Scoop.It.

Sin embargo, la realidad económica del país y de la escuela, muchas veces no nos permiten realizar esta implementación a gran escala ya que no se cuenta con los recursos necesarios. La falta de conexión a internet, de proyectores, de computadoras, y otra interminable lista de elementos, nos hacen desistir de su uso. Pero los docentes, creativos e innovadores como somos, debemos buscar las alternativas posibles, y en estos enlaces encontrarás cómo los docentes lograron incorporar, de una u otra forma, el uso de las redes en sus salones. Ejemplo 1, Ejemplo 2Ejemplo 3, Ejemplo 4.

Las puertas de la era digitalizada están abiertas, estar actualizados, significa ir a la par del lenguaje y los conocimientos que tienen los muchachos. Ser capaces de mantener conversaciones acerca de temas relevantes para ellos, y oportunidades para convertirlos en una manera de aprendizaje, ya sea de valores, académicos, humanos, sociales o hasta políticos. Negarnos a entrar al umbral de la generación tecnológica, nos impide incluso, la actualización de nuestras prácticas pedagógicas y didácticas. No te quedes atrás, investiga, únete, lee, comparte; conviétete en un auténtico docente del Siglo XXI.  

Y ¿tú? ¿Cómo has utilizado la tecnología en tu aula?

Recuerda que a  veces el amor por la docencia se encuentra 
después de haber derramado algunas lagrimas odiándola.


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domingo, 25 de octubre de 2015

Así me convertí en la Profe Marian.

En el año 2006, específicamente en Julio, recibía mi título en Educación, Mención Integral. Estaba muy orgullosa de haber alcanzado dicha meta, aunque solo algunos años antes, había entrado en la carrera porque fue la única opción que tuve.

Recibir tu título implica tener muchas expectativas y sueños. Imaginarse siendo la docente del año, recibiendo un sueldo del tamaño de ese sueño, con vacaciones y descanso interminables. Debo decir, que es uno un completo ingenuo.

En octubre de ese mismo año, introduje mi currículo en un colegio y por arte de magia, ya tenía trabajo. Después de una entrevista con el director, me asignaron el grado y me dijeron: debes estar mañana a las 7 a.m. 

Se podrán imaginar los nervios y esa marea de sensaciones que no me dejaron dormir. Entrar en el aula por primera vez, siendo tú la docente titular, es probablemente lo más cercano a mi propia película de terror que he vivido. Había allí, frente a mi, 37 niños. 

37 seres humanos con gustos y personalidades completamente diferentes, y aunado a ello, los 74 representantes con los que debía trabajar. Creo que no es necesario decir que esos primeros días de ajustes, de empezar de cero, de tratar de controlar la disciplina, me abrumaron. Llegar a la casa cada día representaba echarme a llorar en la cama con mi mamá a un lado, tratando de consolarme y darme ánimos. 

Estaba completamente perdida, enterrada bajo la siempre creciente cantidad de recaudos administrativos que hay que llenar; como si fuera poco todo el proceso de planificación y evaluación. En pocas palabras, mi primer año como maestra, significó un trauma emocional que me pasó factura en el inicio del segundo. Renuncié a mi trabajo y me quedé en una especie de limbo laboral del que me costó muchísimo salir. 

No fue hasta 2011, recién mudada a las montañas mágicas del páramo merideño, cuando decidí intentar de nuevo emprender la aventura de la enseñanza. Alquilé un local y monté un centro de tareas dirigidas, debo admitir que aún sentía un poco de nervios. Comenzaron a inscribir a los niños y pronto me di cuenta que esa carrera que había estudiado por "obligación", comenzaba a nacer en mi. Disfrutaba inmensamente esa pequeña ventana de una hora y media, que compartía todos los días con los 3 grupos de 6 niños que tenía. 

Comenzaron a llegar más, recomendados todos por las madres de mis estudiantes, y hasta por ellos mismos. Cuando menos me lo esperé, tenía lista de espera. LISTA DE ESPERA para entrar al centro de tareas dirigidas de aquella Marian que en el 2007 renunció a su trabajo formal y juró jamás volver a pisar una escuela. 

Aquí estoy ahora, 8 años después, trabajando en un colegio de mi pueblo. Soy Profesora por hora en Media General y de inglés e informática en primaria. Estoy a cargo del manejo de las redes sociales de mi institución y también, la encargada del grupo de teatro, que apenas va naciendo. 

El camino de la educación, puede parecer al inicio tortuoso, desesperanzador, difícil. La realidad del aula, de la interacción, de la planificación, de las estrategias; a veces nos deja sin aliento, porque educar en esta época, con la cantidad de situaciones a nivel familiar y social, no es sencillo. Pero, ten paciencia. Ve con calma, absorbe todo, observa todo. Acércate y deja que los demás se acerquen, sobre todo tus chamos. Demuéstrales que siempre hay alguien que los puede escuchar. Acepta las observaciones, las críticas constructivas. Busca a tus compañeros de trabajo e intercambia opiniones con ellos. Comparte todo lo que encuentres en las redes, en los libros, en los blogs. Investiga. Lee. Actualizate. Porque enseñar requiere, sobre todo, de aprender.

Ten paciencia, a veces el amor por la educación se encuentra después de haber derramado algunas lágrimas odiándola. 

Mucuchíes, 25/10
12:08