jueves, 12 de noviembre de 2015

Familia, Tecnología, Adolescencia y Valores

Este año escolar he estado trabajando con varias materias tanto en primaria como en media general. Aunque puede, en ocasiones, ser un gran reto, he disfrutado mucho explorar territorio desconocido.

Una de esas materias es Educación Familiar, y los primeros temas abarcan todo el contenido relacionado con la adolescencia, pubertad, autoestima, valores y relaciones familiares, lo que me ha permitido tener espacios de discusión y participación muy ricos y nutridos con los muchachos.

Si alguien me preguntara, y de hecho lo han hecho, ¿cuál es tu mayor preocupación acerca de los adolescentes en la actualidad? debo decir que esa soledad abrumadora en la que estan sumidos. Les hace falta el amor, la compañía, la orientación, los límites, la disciplina y las discusiones que la mayoría de nosotros tuvo durante esos años de dificultad, confusión y rebeldía por las que todos pasamos. 

El principal problema, al menos desde mi humilde punto de vista, es que los padres están demasiado ocupados preocupándose por las finanzas, por su vida social, por sus pasatiempos, o cualquier actividad que significa estar alejado por grandes periodos de tiempo de sus hijos. Por otro lado, estan los que intentan llenar ausencias con objetos. Los que se niegan a repetir los "errores" de sus padres y dan cancha abierta a todos los caprichos de sus hijos sin imponer carácter, respeto, ni límites. 

El resultado es bastante obvio, un ejército de jóvenes solitarios, confinados a sus cambios emocionales y espirituales, que representan una verdadera montaña rusa mortal. 

No hay quien pregunte después de la jornada escolar "¿cómo te fue hoy?", no hay quien pregunte "¿qué te pasa? ¿Qué opinas sobre...? ¿cómo te sientes acerca de...?.
 No hay nadie. 

Pero si hay "algo" que reemplaza, que "llena", que influye, que moldea, que  "construye" los valores que deberían nacer de la relación con la familia. 

La Tv, el internet, las redes sociales, son las niñeras modernas. En ellas se abandona a los adolescentes para poder tener lo que debemos tener, para hacer lo que necesito hacer y así el muchacho no me molesta, ni me cuestiona.

Aunque sea yo asidua usuaria de todas ellas, pues defiendo su valor como herramientas, también cuestiono su alcance cuando se usan sin supervisión, sin capacidad crítica, sin cuestionamientos, sin orientación. Estas herramientas, como muchos las llamamos, exponen a los jóvenes a mucha información que necesita ser analizada, evitada, discutida. Vemos una cantidad preocupante de series, programas, juegos y sitios que pueden alterar la percepción que tienen los jóvenes del mundo, que pueden ser capaces de mutilar la capacidad de ver el bien y el mal, que alteran ese sistema de valores que ha quedado a medio construir, o se está construyendo, en el hogar.

Y esto puede suceder desde un simple  uso de expresiones extranjeras, imitación de conductas, percibir la realidad de manera alterada, volverse insensibles a la violencia y terminar disfrutándola. Un joven aislado socialmente sufrirá de soledad, de ansiedad, de rupturas emocionales que no le permitirán interactuar de una manera sana con su entorno, además de la falta de actividad física que le ayude a mantener su bienestar físico. 

Discutía con alguien sobre la decisión del gobierno de solicitar que se deje de transmitir una serie llamada La Reina del Sur, basada en las actividades ilegales de carteles de narcotráfico. Dejando de lado el trasfondo político, estoy completamente de acuerdo, y alguien me hacía la observación de que allí se veía la realidad de los actos vandálicos y el daño que provocaban, lo que generaba un rechazo hacia los personajes; yo le respondía que lo que ellos graban allí con efectos especiales y su estilo hoolywodense, jamás reflejará la realidad de quienes viven en zonas afectadas por este flagelo: el miedo, las muertes, los secuestros, Etc. Y además agregué que los adolescentes que la observan sin supervisión terminan perdiendo de vista esos problemas, deslumbrados por el estilo de vida, el dinero, las propiedades, el sexo y la exaltación de la violencia. Entonces jamás dirán que los narcos son los hombres malos, sino los reyes que hacen lo que quieren, tienen todo lo que desean. Terminan asumiendo una actitud de  adoración y admiración, que se resume en el comportamiento de superioridad e imposición sobre otros.

Es allí donde comienzan los problemas que evidenciamos en cuanto a la falta de valores, jóvenes que pierden la conciencia producto del alcohol y sin saber dónde o con quién están. Dificultad para aceptar la autoridad. Mostrar indiferencia ante las sanciones que se imponen por no respetar normas y reglas. Asumir actitudes que los hacen irreconocibles, incluso para sus padres. La violencia, la exhibición femenina, la facilidad para involucrarse sexualmente con varias parejas y un largo etcétera. 

Los roles o modelos a seguir, entonces, se vuelven cuestionables. ¿A quiénes admiran tus hijos? ¿De quiénes copian sus conductas? ¿De dónde aprenden las actitudes asumidas? ¿Qué es lo que distorsiona su escala de valores? ¿Su percepción del mundo? 

Le mostré a mis estudiantes varias fotos y de inmediato reconocieron a las protagonistas, Miley Cirus y Kim Kardashian. Por un rato vimos las fotos y hablamos sobre las actividades que realizaba cada una, y el porqué de su fama. Por supuesto conocían todo de sus vidas. Luego mostré una foto de Malala Yousafzai, y al preguntar ¿quién es? -SILENCIO-. "Es árabe", "no sé quién es", "seguro inventó algo". Es la prueba más fehaciente que tengo del gran daño que se hace a los jóvenes cuando se les deja a su merced. En ningún momento critiqué a las otras damas, pero sí hablamos de sus conductas y de sus méritos para ser tan aclamadas a nivel mundial. Y luego hablamos de Malala y sus méritos, del hecho de que ellos conocieran a las otras y no a ella, a quien consideraron increíble, valiente, inspiradora.

No quiero vivir en un mundo en el que los jóvenes tienen como modelo de conducta a narcos, pranes (Venezuela), millonarios que no producen, ni crean, ni cambian, ni mejoran ningún aspecto de la sociedad. O de chicas que fueron famosas a muy temprana edad y se están revelando contra el control que otros ejercieron sobre ellas, en un momento en el que debían disfrutar y vivir una vida normal. Quiero un mundo en el que todos puedan ver a una niña de 17 años recibir un premio Nobel y considerarla un modelo a seguir.

Quiero padres que reciben a sus hijos en la cama con un abrazo y, automáticamente, les pregunten ¿Cómo estuvo el colegio hoy? (Así fue mi adolescencia, y a pesar de tener 34 años y vivir en estados diferentes, sigue siendo igual)

Quiero padres que confíen en sus hijos, porque siempre se comunican. Porque dan espacios para una relación profunda y significativa. Padres que abrazan y besan. Padres que ponen límites. Padres que no tratan de llenar espacios, sino compartirlos. 

¿Y tú? ¿Cómo enfocas tus discusiones y prácticas acerca de los valores? ¿Cuáles estrategias usas para convertir una sesión de clases en un verdadero espacio para la reflexión y la discusión? 





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